domingo, 3 de agosto de 2014

ABDÍAS.



1Visión de Abdías. Así dice el Señor a Edom:
Hemos oído un mensaje del Señor
al embajador enviado a las naciones:
«¡Arriba, a combatir contra ella!»,
2Te convierto en la nación
más pequeña y despreciable:
3tu arrogancia te sedujo;
porque habitas en rocas escarpadas,
asentadas en las cimas, piensas:
¿Quién me derribará en tierra?
4Pues aunque te remontes como un águila
y pongas el nido en las estrellas,
de allí te derribaré -oráculo del Señor-o
5Si te invadieran salteadores
o ladrones nocturnos,
¿no te robarían con medida?
Si te invadieran vendimiadores,
¿no dejarían racimos?
6iAy de Esaú, destruido!
Lo han registrado y requisado sus tesoros;
7te han empujado a la frontera tus aliados,
tus amigos te han engañado y sometido,
tus comensales te ponen trampas debajo.
8Pues aquel día -oráculo del Señor-
acabaré con los sabios de Edom,
con los prudentes del monte de Esaú
y no les quedará habilidad.
9Se acobardarán tus soldados, Temán,
y se acabarán los varones del monte de Esaú;
10por la violencia criminal
contra tu hermano Jacob,
te cubrirá la vergüenza
y perecerás para siempre.

En la caída de Jerusalén (Sal 137,7)

11quel día estabas tú presente,
el día que bárbaros capturaron su ejército,
cuando extraños invadían la ciudad
y se rifaban Jerusalén,
tú eras uno de ellos.
12«No disfrutes del día de tu hermano,
su día funesto,
no te alegres por los judíos, el día de su desastre,
no hables con insolencia el día del aprieto,
13no entres en la capital de mi pueblo
el día de su ruina,
no disfrutes tú también de su desgracia
el día de su ruina,
no eches mano a sus riquezas el día de su ruina,
14no aguardes a la salida
para matar a los fugitivos,
no vendas a los supervivientes el día del aprieto».

El día del Señor (Ez 7; Sof 1,14)

15Se acerca el día del Señor
para todas las naciones:
lo que hiciste te lo harán,
te pagarán tu merecido.
16Como bebisteis en mi monte santo,
beberán todas las naciones por turno,
beberán, apurarán
y desaparecerán sin dejar rastro.
17pero en el monte Sión
quedará un resto que será santo
y la casa de Jacob recobrará sus posesiones.
18Jacob será el fuego, José será la llama,
Esaú será la estopa: arderá hasta consumirse;
no quedará superviviente al pueblo de Esaú
-lo ha dicho el Señor-.
19Ocuparán el Negueb, el monte de Esaú,
ocuparán la Sefela y Filistea,
Benjamín y Galaad,
los campos de Efraín, los campos de Samaría;
20los desterrados israelitas, esos desgraciados,
ocuparán Canaán hasta Sarepta;
los desterrados de Jerusalén
que viven en Sefarad
ocuparán los poblados del Negueb;
21después subirán victoriosos al monte Sión
para gobernar el monte de Esaú,
y el reino será del Señor. 

Explicación.

Para entender esta profecía es útil recordar algunos episodios patriarcales: Jacob, el Tramposo, echando la zancadilla al nacer, comprando abusivamente los derechos de primogénito y consiguiendo fraudulentamente la bendición paterna, que lo nombra señor de su hermano. Véase también el reparto descrito en Jos 24,4.13. 

1-2 Los cambios de sujeto y destinatario dificultan la comprensión de este comienzo. Escojo como más probable la siguiente explicación. El profeta, como miembro de un grupo, escucha en dos planos correlativos: en la tierra, un mensajero que promueve la movilización de los aliados "contra ella", la capital; en el cielo, la sentencia del Señor que anuncia a Edom el desenlace. Sobre el reclutamiento véanse ls 13,2-3; Jr 6,4; Ez 38,7. 

3-4 Un delito de Edom es creerse inexpugnable, desde su situación lanzar un desafío. Su territorio es zona montañosa y escarpada, tajada por valles angostos y profundos, intratable para la maniobra militar. El Señor rebate el proceso mental con una hipótesis hiperbólica; las estrellas pertenecen al mundo celeste (cfr. ls 14,13s). 

5-7 El Señor expone la ejecución y sus consecuencias, echando mano de proverbios o usos tradicionales; contraponiendo el método limitado de algunos con la tarea sistemática del enemigo de Edom. Los ladrones roban con medida: limitados por su capacidad de llevarse, por la noche a la vez cómplice y traidora (Job 24,13-17). Los viñadores tienen instrucciones de dejar racimos (Lv 19,9s). A Edom no lo tratarán con tales miramientos, impuestos o voluntarios. 

7 Con una simple adición obtenemos tres designaciones: los hombres del "pacto" sellado, de la "paz" concertada, del "pan" compartido, lo han traicionado. "Empujado a la frontera" : expulsándolos de su territorio o negándoles asilo (ls 16,3). Una glosa añade "no tiene sensatez". 

8-9 La "sabiduría" era actividad proverbial, aunque no exclusiva, de los idumeos (1 Re 5,10; Job 1,1). Prudencia política y valor militar son cualidades que encontramos unidas en otros pasajes: ls 11,2; 19,11. 

10 Suena a conclusión: justifica lo precedente, prolonga el tema de los hermanos, repite un verbo y añade el adverbio "para siempre". La vergüenza es la conciencia de la culpa y la derrota. 

11 Es el día de la caída de Jerusalén: incendio, matanza, saqueo, deportación. En vez de dar asilo a los fugitivos, los idumeos los descubrieron, se los entregaron a los vencedores y participaron en el reparto de bienes y personas. Es como si el fiscal leyera aquí una octava de prohibiciones quebrantadas por el reo. Para facilitar la lectura podemos sustituir mentalmente: no debiste disfrutar... no debiste echar mano... La serie delata una participación completa: ojos para mirar, boca para insolentarse, pies para entrar, manos para tomar, corazón para alegrarse. Encabezando la serie, el principio de la hermandad.

15 Algunos invierten estos dos versos, de modo que el primero cierra la serie precedente enunciando la ley del talión, y el segundo abre la perspectiva universal y el "día del Señor". Si se conserva el orden hebreo, el castigo de Edom entra en un horizonte internacional y las piezas cruzadas aseguran el enlace. 

16 El autor parece inspirarse en la escena de Jr 25,15-29. Si la supone conocida de los oyentes, podemos imaginar que el primer 'bebisteis" se refiere a los judíos, que ya han apurado la copa del castigo. Edom seguirá con las demás naciones. 

17-18 El tema de los supervivientes sirve para un juego de contrastes. Edom los entregó (14) y se quedará sin los suyos; mientras que en Sión quedará un resto "santo" (Ex 19,3; Is 6,13). 

19-20 El segundo tema es la posesión de la tierra. Los desposeídos por la fuerza recobrarán sus propiedades y aun las extenderán. Alguien ha añadido esos dos versos para identificar los territorios que se han de ocupar y sus ocupantes respectivos. El Négueb perteneció a Edom, la Sefela a los filisteos, los campos de Efraín a Samaría; queda oscura la relación entre Benjamín y Galaad. Los exilados del norte se extienden hasta la ciudad fenicia de Sarepta, los del sur, hasta el Négueb. Sefarad parece ser una ciudad o región en Asia Menor occidental (en siglos posteriores designó a España). 

En resumen, observamos unas dimensiones modestas y un espíritu meticuloso, ambas cosas ajenas a la visión universal de la presente profecía. 

21 El último verso restablece el tema y el tono del oráculo. El resto consagrado asciende victorioso al monte del templo, en la ciudad elegida, desde donde inaugura su gobierno sobre el territorio de Edom, como anuncia la bendición de Isaac (Gn 27). Con lo cual se instaura el reinado del Señor (que cantan los salmos 96 y 98). En tiempos posteriores el texto se proyecta a la escatología.

ABDÍAS. INTRODUCCIÓN.



No sabemos quién era este profeta que se llama Siervo del Señor, que profetizó contra Edom algo después del 586 y que figura como profeta mínimo entre los Menores, con veintiún versículos. 

Para comprender su breve profecía conviene recordar algunos datos históricos o legendarios. La relación entre Israel y Edom se remonta según la tradición a los hermanos gemelos Jacob y Esaú (Gn 25-27), antecesores de ambos pueblos. La bendición de Isaac (Gn 27) refleja la situación de ambos: Israel o Judá posee la zona montañosa relativamente fértil, Edom o Esaú habita en la zona esteparia meridional. 

Edom vivió en relaciones de sumisión o rebeldía. A Judá le interesaba la ruta meridional con salida al golfo de Aqaba y codiciaba las minas del territorio meridional. Según la tradición bíblica, David lo conquistó (2 Sm 8,13s); se rebeló contra Salomón (1 Re 11,14.25), logró la independencia bajo Jorán (2 Re 8,20-22). Edom guardó un "rencor antiguo" (Ez 35,5; Am 1,11), quizá por la represalia cruel de David (1 Re 11,14-16). Por eso, aunque el año 594 intentó aliarse con Judá contra Babilonia (Jr 27,1-3), cuando las tropas de Nabucodonosor asediaron Jerusalén, los edomitas colaboraron con ellos y celebraron la derrota judía. Esto fue una espina para los judíos (Sal 137,7; Lam 4,21s). 

Contra ese último pecado se dirige la profecía presente, que en los versos 1-5 coincide en buena parte con Jr 49,9.14-16. Pero en el verso 15 la profecía despega y se levanta a un panorama trascendente de "día del Señor", con mirada universal y final de restauración. La visión última conserva su relación con el horizonte concreto de Edom. 

El profeta denuncia la espiral de la violencia, la incapacidad de olvidar errores antiguos. Y al pueblo derrotado y desterrado le ofrece un mensaje de esperanza.